CONTROLADORES
AÉREOS
“...sin
duda se trata de una profesión bonita”
por
CRISTINA
CARRASCAL REINA
Jose Pablo Carrascal
es sevillano, de 48 años de edad, casado, con dos hijas y vive en
Sevilla Este. Se trata de una
persona sencilla que ejerce una profesión difícil, la de
controlador aéreo. Ante la imposibilidad de grabar esta entrevista
en su lugar de trabajo hemos tenido que improvisar un estudio virtual
en su casa, donde en un ambiente familiar e informal comenta algunos
aspectos de su profesión.
Cada vez que
subimos a un avión, de alguna forma, estamos poniendo nuestras vidas
en manos de determinadas personas que asumen la gran responsabilidad
de llevarnos sanos y salvos hasta nuestros destinos. Los más
conocidos son sin duda los pilotos, aunque también hay otros
profesionales que se encargan de nuestra seguridad.
Jose Pablo
Carrascal trabaja en el Centro de Control de Tránsito Aéreo de
Sevilla.
- Sr. Carrascal,
¿desde cuándo es usted controlador de tránsito aéreo?
- Salí de la escuela de
Madrid en Marzo de 1992 y me incorporé a mi primer destino en la
torre de control del aeropuerto de Sevilla en Octubre de ese mismo
año.
- ¿Cuál ha sido su
trayectoria profesional hasta la fecha?
- En la torre estuve unos
seis años y en 1998 pasé al Centro de Control de Tránsito Aéreo
de Sevilla, donde trabajo en la actualidad. Allí comencé como
controlador de ruta, después pasé a ser aproximador y desde hace
unos seis años aproximadamente soy instructor.
- ¿Podría
describirnos brevemente en qué consiste su trabajo?
- Como instructor me
encargo de preparar a las personas que vienen de otras dependencias o
bien que promocionan dentro de la misma dependencia para trabajar
como aproximadores. Cuando no hay alumnos trabajo como cualquier
controlador, es decir, el espacio aéreo está dividido en sectores
con unos límites laterales y verticales. Se nos asigna un volumen de
espacio aéreo donde tenemos que organizar el tráfico, resolviendo
los posibles conflictos con anticipación. Se trata de buscar
soluciones con tiempo suficiente y aplicarlas en el momento apropiado
para lograr que el tráfico sea lo más fluido y ordenado posible. Se
suelen aplicar medidas de separación verticales y horizontales
mediante rumbos respetando en todo momento las mínimas de separación
que establece el Reglamento de la Circulación Aérea.
Los pilotos formulan
planes de vuelo donde vemos la ruta que pretenden seguir y de este
modo los aviones van pasando de un sector a otro, siendo controlados
permanentemente. Cuando un avión se aproxima al límite del sector
es transferido al siguiente, donde otro controlador asume la
responsabilidad.
Por otro lado está el
trabajo de la torre de control que es un poco diferente, porque no
suele haber pantalla radar y se separa con la vista. Cuando el avión
inicia el descenso es transferido al controlador de aproximación,
éste se encarga de ordenar los aviones en secuencias y una vez en
el tramo final de la aproximación, el avión es transferido a la
torre de control. El controlador de la torre se encarga de separar a
los aviones entrantes de los despegues, los cuales son nuevamente
transferidos al controlador de aproximación para que éste los
encamine de acuerdo con su ruta y les vaya asignando niveles hasta
alcanzar el nivel óptimo de crucero.
Habría mucho más que
contar porque se trata de operaciones muy complejas donde hay que
realizar multitud de coordinaciones entre sectores, dependencias e
incluso entre países, pero en resumen éste es el trabajo de un
controlador.
- Da la impresión de
que le gusta su trabajo...
- Pues sí, la verdad es
que disfruto con mi trabajo desde el primer día. Se trata de algo
bastante vocacional donde si no te gusta puedes pasarlo mal y sufrir
y supongo que conforme pasen los años y disminuya mi capacidad
llegará el momento en que prefiera no estar ahí, pero a día de hoy
sigo disfrutando con lo que hago.
- ¿Qué se necesita para ser controlador aéreo?
- Bueno, estamos en un
proceso de cambios y no me puedo aventurar a decir cómo va a ser en
el futuro, pero sí puedo decirle cómo ha sido hasta ahora. A nivel
académico se exigía una diplomatura universitaria como mínimo. En
los exámenes de ingreso se pedían conocimientos de física,
química, aerodinámica, cartografía, navegación aérea, etc., y
había que superar una pruebas sicológicas en las que se intentaban
comprobar aptitudes como los reflejos o la capacidad de trabajo en
equipo y bajo presión, entre otras cosas. Además había que cumplir
unos determinados requisitos físicos en cuanto a vista y salud en
general.
Una prueba muy
importante es el examen de inglés. Se necesita un nivel muy alto
tanto en la expresión como en la comprensión, ya que se trata de
una herramienta imprescindible para el desempeño de este trabajo.
- Si nos estuviera
viendo una persona interesada en su profesión ¿qué consejo le
daría?
-
Le diría que si hay una vocación fuerte lo intente, porque sin duda
se trata de una profesión bonita. De no ser así, mejor que se lo
piense ya que podría pasarlo mal y las condiciones laborales han
cambiado muchísimo. Puede que aún nos compense a los que ya
estamos, pero viendo el horizonte que se aproxima, ahora mismo no
puedo recomendar a nadie que oriente su vida profesional en esta
dirección.
Comprobamos
que se trata de un trabajo muy especializado y de gran
responsabilidad, aunque sus palabras muestran un alto grado de
satisfacción con lo que hace. Es un trabajo bastante desconocido
pero fundamental para la seguridad de los viajeros.
Sevilla,
30 de Mayo 2.012
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